La tienda Cocora y el valle de Cocora

Correo enviado el 22 de mayo por Armando Rodríguez Jaramillo al académico Roberto Restrepo en alusión al artículo que le publicó La Crónica del Quindío titulado "Alvaro Mutis y las minas de Cocora".

Estimado Roberto.

Cordial saludo.

Estimado Roberto, leí con atención tu artículo de hoy en La Crónica del Quindío titulado "Álvaro Mútis y lasminas de Cocora" y creo que existen algunas imprecisiones en la entrevista que citas de César Hincapié Silva al escritor Álvaro Mútis.

El abuelo materno de Mutis, Jerónimo Jaramillo Uribe, manizalita que al parecer participó en la fundación de Armenia, tenía la finca Coello que se ubicaba en la confluencia de los ríos Coello y Cocora en el corregimiento de Coello-Cocora de Ibagué, en límites con el municipio de Cajamarca, lugar en el que veraneaba de niño el escritor. Así que las minas de oro de Cocora a las que se hace alusión en la entrevista de Hincapíé Silva nada tiene que ver con el Valle de Cocora en Salento, son dos lugares muy diferentes que sólo coinciden en el nombre.

Aparte del artículo "Álvaro Mútis y las minas de Cocora", La Cronica del Quindío, 22 de mayo de 2016

Pero el relato que más llama la atención en la obra de Hincapié es la referencia a la obra literaria de Álvaro Mutis La nieve del Almirante. El autor asevera haberle preguntado al maestro Mutis sobre su vínculo con el Quindío, a lo que el escritor le respondió: “Innumerables veces. Mi abuelo de Manizales, Jerónimo Jaramillo Uribe había abierto fincas en el Quindío… Estableció una hacienda sobre la carretera que nos conducía de Ibagué hacia Armenia, más cercana a las montañas, en las confluencias de los ríos Coello y Cocora, por los lados de Toche. Con mi padre y otros extranjeros que lo visitaron, excursionamos por las minas abandonadas.”

En reportaje que Hincapié (Semanario Hoy Quindío, N° 21, 1993) le hizo al escritor Mutis, este se refiere a las minas de oro de Cocora. “Mi abuelo siempre estuvo obsesionado por las minas de Cocora. Las vetas atravesaban el río. Nunca las pudo encontrar, así le ayudaran los europeos. Las arenas delgadas en el agua venían impregnadas del precioso metal. Flotaban, pero él murió con la decepción de no haber podido encontrar el filón en la montaña arriba que existía…”

De acuerdo con Hincapié, también en su obra La Nieve del Almirante, Mutis maneja el discurso literario en referencia a las minas. Sobre Cocora relata el maestro: “Aquí me quedé, al cuidado de esta mina, y ya he perdido la cuenta de los años que llevo en este lugar”. En otra parte de la obra: “Otro socavón es el que los mineros llaman El Venado. No es muy profundo, pero reina allí una oscuridad absoluta, debido a no sé qué artificio en el trazado de los ingenieros”. Y una tercera mención: “La tercera galería es la que ya mencioné al comienzo, la llamada Socavón del Alférez. En ella vivo ahora. Hay una apacible penumbra que se extiende hasta lo más profundo del túnel”.

Esta aclaración es importante para que no quede en el lector la idea que Salento, en la cuenca alta del río Quindío, es rico en oro, lo cual puede ser cierto. Las minas de oro en Salento esencialmente estaban en las cuencas de los ríos Boquerón y Navarco donde, según entiendo, se hallaba La Morena y otras concesiones que tenía el italiano Américo Marán.


De otra parte, sería muy interesante investigar la razón por la cual el nombre del Cañón del Alto Quindío, como se llamaba lo que hoy se conoce como Valle de Cocora, empezó a llamarse así a mediados de los años sesenta. Nuestro compañero de academia, Jorge Enrique Árias Ocampo, conocedor como el que más de su municipio, argumentaba que siempre esa zona se conoció como Cañón del Alto Quindío, pero que ante el auge de los cultivos de papa salentuna, tubérculo que según el ICA era apreciado por su calidad sobre las otras variedades como la parda pastusa, tuquerreña y sabanera, los cultivadores de Salento tuvieron que "importar" mano de obra de Anaime y Cajamarca, regiones que por haber sido pobladas de inmigrantes cundiboyacenses, sus habitantes conocían del cultivo de la papa.


Decía Jorge, que a finales de los años sesenta, se instaló la tienda Cocora que servía de sito de acopio de las muladas con papa  que bajaban del Alto Quindío, lugar donde eran transbordadas en campero willys y pequeñas camionetas para su traslado a Armenia. Este sitio, ubicado donde hoy se halla el restaurante Bosques de Cocora de Juan Bautista Jaramillo, en el cruce de caminos de la carretera principal con el carreteable que lleva a la truchera, también servía para que los peones locales y del Tolima se reunieran los fines de semana a departir y tomar unas cervezas.

El nombre de la tienda terminó con el tiempo por rebautizar el territorio como el Valle de Cocora, que no el Valle del Cocora como dice la prensa nacional.

Nota: Dejo abierto el debate que debería servir para empezar a escribir la historia del Valle de Cocora ya que es uno de los lugares más consultados en los buscadores de páginas en internet.

Atte.

ARMANDO RODRÍGUEZ JARAMILLO
22 de mayo de 2016


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